Notas de Prensa

Un equipo de investigadores del Proyecto Arqueológico Valle de Virú (PAVI) que es liderado por el Arq. Mg. Feren Castillo Luján junto al tesista bachiller Oswaldo Ezeta, el conservador Alex Clavo, además de estudiantes y egresados de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo hallaron en Huaca Tomabal un nuevo mural polícromo más antiguo de la región La Libertad.

 

Cabe señalar -como antecedente previo- que la Huaca Tomabal, ubicada a 1 km al este del Castillo de Tomabal fue destruida parcialmente en el 2020 por agricultores de la zona cuando realizaban trabajos con maquinaria pesada. Precisamente, en ese año los arqueólogos Feren Castillo Luján y Régulo Franco Jordán se constituyeron en el lugar y reportaron una fachada polícroma con el diseño de un personaje antropomorfo que sostendría un cuchillo ceremonial. 

 

De acuerdo con el arqueólogo de la UNT, Feren Castillo la importancia de este sitio arqueológico es que está en la misma línea de la tradición del período Arcaico Tardío, con una antigüedad aproximada de 4500 años, es decir contemporáneo a los sitios arqueológicos del Ventarrón (Lambayeque), Sechín (Casma) y La Galgada (Pallasca, sierra de Áncash).

 

Estos nuevos hallazgos fueron presentados la mañana del último jueves 17 a las autoridades de la Alta Dirección de la Universidad Nacional de Trujillo: Dr. Juan Villacorta Vásquez (vicerrector Académico) y Dr. Arturo García Pérez (vicerrector de Investigación).

 

En la zona se evidenció el entusiasmo del director del proyecto, el tesista, el conservador, así como de los jóvenes (9 tesistas y 9 practicantes de 9o ciclo y aleatoriamente 18 estudiantes de 3o, 5o y 7o ciclo) que en muchos de los casos se quedaron a pernoctar en estas últimas tres semanas en el poblado más cercano para estar más cerca de las excavaciones de Huaca Tomabal.

 

Los trabajos se centraron en dos unidades de 5 m x 9 m. En la Unidad 1 se logró excavar un metro lo que reveló un muro polícromo con un diseño en forma triangular de color rojo y una serie de apéndices con volutas delineadas de color rojo. Se presume que hay 3 metros más debajo de similar diseño. Además, en la parte interna hay dos nichos bien conservados enlucidos con arcilla.

 

En la Unidad 2, lamentablemente la destrucción ocasionada en el 2020 no ha dejado evidencias del vértice suroeste del recinto principal, pero si una parte del muro polícromo oeste, donde se pueden apreciar dos remodelaciones más tempranas: una de color negro y otra completamente enterrada sin decoración.

                                                  

PRÓXIMOS PASOS

Lo que viene ahora -según declaró Castillo Luján- es el análisis de pigmentos a través de un proyecto de canon minero que existe en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la UNT, para confirmar la presencia de cinabrio en la pintura color rojo.

 

“También contamos con la colaboración del arqueólogo Gabriel Prieto Burmester, quien apoyará con los fechados radiocarbónicos del sitio arqueológico.  Un instituto de Francia apoyará con el estudio de los pigmentos, y, aunque nos da pena, la excavación en el lugar será tapada”, expresó el investigador.